Dilatación y evacuación – Una vez que la víctima es más
grande pues ya tiene de 13 a 24 semanas, el cuello del útero es ampliamente
dilatado. Como los huesos de la criatura ya están calcificados, se hace
necesario utilizar tenazas especiales para descoyuntarlos. Primero se destroncan
los brazos y las piernas del niño y después se destroza su columna vertebral.
Por último, antes de ser succionado, el cráneo del niño es aplastado. Algunas
partes del cuerpo del feto son removidas con fórceps (instrumento utilizado para
auxiliar el parto normal y en ciertos casos especiales). El trabajo de la
enfermera consiste en rearmar las distintas partes extirpadas para asegurarse de
que todo el cuerpo ha sido extraído.
Inyección de solución salina fuertemente hipertónica – Una
aguja de ocho centímetros perfora la pared abdominal de la mujer y el saco
amniótico, del cual se extraen 60 ml. de líquido amniótico. A continuación se
inyectan 200 ml. de solución salina fuertemente hipertónica.
Acostumbrado a
alimentarse del líquido amniótico en el cual está sumergido, el bebé ingiere la
solución salina, la cual va quemando su piel, su garganta y sus órganos
internos. Intenta en vano luchar por la vida, se agita desesperadamente de un
lado al otro dentro del útero, en terribles contorsiones. Su agonía puede durar
horas, siendo entonces expelido del claustro materno. Se ve entonces una
criatura toda cauterizada, con el cuerpo enrojecido por las quemaduras
producidas.
Aborto por prostaglandinas – Las prostaglandinas son
substancias que provocan las contracciones propias del parto. Ellas son
inyectadas en el líquido amniótico o suministradas bajo la forma de supositorios
vaginales. Como consecuencia de las contracciones uterinas, la madre expele la
criatura ya muerta o insuficientemente desarrollada para sobrevivir fuera del
útero materno. En este caso el bebé, dejado sin cuidado alguno, muere.
Histerotomía – (del griego hysteris: vientre;
tomein: cortar). Como en una operación cesárea, el abdomen y el útero
son abiertos quirúrgicamente. Con la diferencia que en la histerotomía, al
contrario de la cesárea común, la intención no es salvar al niño, sino
eliminarlo. Algunos médicos usan la misma placenta para asfixiar al bebé.
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